Un hombre, don José, cuya vida había estado dedicada al noble oficio de la forja, decidió un día coger a su cargo un chaval de 12 años para perpetuar la pasión que tenía por este arte a las generaciones siguientes. El chico, llamado Jesús, supo captar la pasión de D. José y la hizo propia. Tanto fue así que, tiempo después, con 20 años fundó su propia empresa, dando así la satisfacción al propósito de su maestro. “Treinta Libras”. Así se llamó su negocio en el que puso toda su ilusión y aprendizaje. Hoy día en “Treinta Libras” continuamos con la tradición de trabajar en el hierro como antaño, a base de martillo, yunque y fragua, trabajo de forja, que así se llama. En Treinta Libras, continuamos gustosos con el oficio heredado de los maestros de entonces. Hoy, en el siglo XXI, donde prima la maquinaria sobre la mano del hombre, nos sentimos orgullosos de trabajar con las mismas técnicas de hace más de 50 años. Nos dedicamos a toda clase de forja, empezando por morillos, barandillas, rejas, pasando por cabeceros, mesas toda clase de sillas y sillones, armarios librerías y todo lo que pueda imaginar. Restauramos también toda clase de antigüedades como cabeceros, mesas de trillo, mesas de artesas… etc.